Beatriz Hauser

Jana Días Juhl

Non hai unha fronteira unha. A fronteira fragméntase nos corpos que a transitan. Pese ao desexo de certo pensamento moderno, para quen o establecemento de fronteiras é a tarefa da crítica, a cartografía non apacigua nada, non clarexa nada, non sostén nada. A fundación dun territorio, o estabelecemento dunha fronteira abre o espazo a tódolos monstros, en primeiro lugar o monstro da fronteira, esa figura fuxidía, ese cuasi-transcendental que comeza a dispersarse, pese a tódalas vixías, dende o momento en que se pronuncia. Da fronteira hai experiencias, no mellor dos casos, anacos de historia, xestas narrativas. Este texto que sigue non responde estritamente ao xénero da entrevista. Fuxe das preguntas e as respostas para tentar recoller voces diferentes que parecen compartir unha tópica, un suxeito común, un lugar de enunciación compartido, recolle conversas varias que tiveron lugar no espazo en tránsito de Los Ángeles (California) ao redor do tópico “fronteira”:

1.- A historia – pulo migratorio (o que Antonia nos contou)

Antonia emigrou de Guatemala a California hai xa cinco anos, aquí traballa como empregada do fogar. Acepta ter unha conversación con nós para contarnos a súa historia. Sentámonos nunha mesa na cociña da casa onde ela traballa actualmente. Preparan café pero ela non o proba, completamente concentrada en estabelecer o desenvolvemento dos feitos dun xeito ordenado. Fala baixiño cun sorriso case permanente na boca.

Ustedes dirán cómo quieren que comience… desde el principio, por el final. Solamente de lo que yo pasé, cómo mis hijos vinieron… eso quieren saber.

Decida usted. ¿Ha hablado más veces de esto?

Pues no. Sólo a veces con Jana y con la mamá de ella, más con la mamá. Comienzo ya si quieren: Vivir en Guatemala era muy triste, porque allí vivíamos muy pobres. Yo tenía a mi esposo, que ahora es mi ex-esposo. Vivíamos con mis cinco hijos pero, obvio, a mi modo, a veces no teníamos ni para la comida, ni para el jabón y todo eso…

– ¿Dónde vivían?

– Nosotros vivíamos en la Democracia…

– ¿Y usted trabajaba?

– No, yo no trabajaba, sólo trabajaba él. Bueno, a veces trabajaba, cuando había trabajo.

– ¿Cómo decidió venir a los Estados Unidos? ¿Conocía a alguien aquí?

– Pues aquí había más oportunidades de trabajo y yo tenía a mi hermana, que me ayudó y me dejó dinero para venirme. Así que yo me vine y nomás le dije a mi marido, pero él no quería venirse.

– ¿Cómo llegó? Imagino que no pudo obtener un visado tal y como están las cosas…

– No. Pagué a un hombre 3.000 dólares para que me trajera y recorrimos hasta la frontera de México, un grupo con más gente. En camiones cerrados todo el rato. Ya en la frontera tres veces me agarró inmigración. Yo siempre decía que era mexicana, porque no quería que me voltearan para Guatemala. Una de ellas iba con una amiga y llevaba algo de dinero, así que se lo dije a los policías y ellos dijeron: “ok, pero te meneas porque si no te agarramos otra vez”. Nos dijeron dónde dejarles el dinero y allí se lo dejamos y salimos corriendo, ya no los vimos a esos pero como volvimos a intentar pasar a este país nos agarraron otra vez. Tres veces me agarraron y a la tercera nos perdimos en el desierto. Caminamos tres días y tres noches. No encontrábamos la salida. Andábamos con hambre, con sed. Andábamos cuatro personas nomás. Ya habían agarrado a los demás, nosotros quedamos perdidos en el desierto y no nos entregamos. Iba el coyote mío de Guatemala y el guía en el desierto, pero de tanto que nos siguió inmigración pues se perdió también. Cuando llegamos a donde se supone que iban a hacer el levantón no era ahí. Yo aguanté porque yo nunca dejaba de comer, yo si había oportunidad comía y bebía. Tres días anduvimos por el desierto, cuando me quité los zapatos se me cayeron tres uñas y tenía los pies toditos en llagas. Le pedía a Dios que me ayudara para cruzar porque yo quería llegar a este país.

¿Cómo fue la vida en USA al principio?

-Me costó encontrar trabajo. Cuando al fin encontré era en una casa de interna, pero yo no sabía inglés y decía yo: “¿pero cómo me voy a enterar lo que me diga la señora?” Pero al final, por señas, pues iba entendiendo. Los primeros tiempos fueron muy difíciles, tenía aún que pagar la deuda y quería ahorrar para traerme a los hijos.

– ¿Dónde estaban sus hijos?

Con el padre, pero yo los quería traer, así que le pagué a alguien para que me los cruzara, primero a los dos mayores. Luego a los pequeños. Con los mayores fue más fácil pero los pequeños, ellos sí que sufrieron. Estuvieron un año en México viviendo con el coyote que tenía que traerlos. Cuando llegaron me contaron que la señora que los tenía, decían, que tres días los dejaban sin comer y un día sin ir al baño. Y si iban al baño les pegaba. Y ellos sí que sufrieron, mis niños. Casi un año de sufrimiento con la gente que estuvieron. Ellos no podían hablar, cuando yo hablaba ellos siempre estaban a la par. Un día la señora me dijo que ya no quería más a mis hijos y me robaron 2.700 dólares ellos. Me dijeron que iban a traer a mis hijos por 5.000 dólares los dos, pero que primero les enviara los 2.500. A los 15 días me llamaron: agarraron a tus hijos. Pero ellos me dijeron que nunca pasaron, que nunca los agarró la inmigración. Luego, dame 2.000 dólares que quieren aventar a tus hijos a Guatemala. Yo no tengo nada que los avienten. Ya los volveré a pasar. Mandé a una persona de Los Ángeles que le pagué 1.500 para ir a ver dónde estaban mis hijos. A una persona que es mi pastor. Yo te voy a ayudar pero tú tienes que pagar todo: pasaje, comida, etc. Y pagó a otras personas para traerlos. Se los llevó de Tijuana a Mexicali…

– Y los niños cruzaron por Mexicali…

– No, por Tijuana, volvieron de Mexicali. Llegaron dos meses más tarde, porque se acabó el dinero. Pero yo sabía que mis hijos iban a cruzar y cruzaron, y ahora por fortuna ya los tengo a todos aquí.

– ¿Cómo fue la llegada aquí para sus hijos?

Para mis hijos la llegada fue muy difícil.

– ¿Ellos tampoco hablaban inglés?

– No, y ahora tampoco lo hablan bien. Ya tienen dos años en la escuela y se les ha complicado mucho. Mi hijo está en el grado 10 y mi hija en el 9 pero no mucho entienden también. Mi hija tiene cinco años y mi hijo tiene 7 años. Y nunca fueron a la escuela con la gente con la que estuvieron.

– Me han dicho que va a casarse. Felicidades. ¿Cómo conoció a su futuro marido, si le puedo preguntar?

Lo conocí vendiendo aguas y sodas en el parque Mc Arthur. Yo vendía allá hace un año. Como no le tenía trabajo, empecé a vender aguas, sodas, tamales, lotes con mantequilla. Yo le decía a mis hijos: tenemos que trabajar porque si no trabajamos no comemos. Él venía de paso, de trabajar. Le dije que estaba buscando trabajo pero que era muy difícil y él dijo que me iba a mirar por uno en Liborio. Me buscó de cajera… pero a mí no me gustó, era muy difícil para mí y pues dejé el trabajo de cajera.

¿Va a intentar arreglar lo de los papeles ahora que ya está más instalada?

– Si uno se mete a pedir papeles lo que salen son deportaciones. Al menos yo a mi manera digo una cosa: yo, como estoy, estoy bien. No puedo salir, pero no tengo pena de nada. Yo no le pongo importancia ninguna. Mis hijos sí, ellos quieren estudiar, quieren entrar a la universidad. Él dice que quiere tener sus papeles, mi hija también quiere tener sus papeles. Mi hijo dice que quiere ser policía, mi hija no me dice qué quiere ser todavía.

¡Policía! ¿Por qué?

¡Claro! Yo le digo: me quiere agarrar a mí también usted (risas).

– ¿Le trae recuerdos tristes hablar de esto?

Sí, pero contenta porque mi deseo lo cumplí, pero al principio es muy triste.

– ¿Y le merece la pena?

– Sí, porque mi deseo lo cumplí.

– ¿Y piensa que vivió mejor aquí que en Guatemala?

Sí, acá puedo salir, allá estaba encerrada, mi marido… todo eso.

– ¿Y sus hijos?

– Mi hijo dice que quiere volver a veces, pero yo creo que no lo dice en serio. Aquí hay más oportunidades: la universidad, la comida, acá con 5 dólares se puede comer.

– ¿Guatemala es más caro entonces?

Sí, y a veces no hay trabajo.

Cando rematamos a conversa con Antonia saímos a comer nun restaurante salvadoreño non moi lonxe da casa. De camiño comentamos a capacidade narrativa de Antonia, que os problemas técnicos coa grabadora nos impediron reproducir. Antonia ten unha historia e pode contala, artellándoa temporalmente e destacando nela os elementos máis importantes. Ningunha de nós pode contar deste xeito a súa historia, ningunha temos unha historia. Antonia conta con completa naturalidade momentos cheos de dor da súa vida, cumpriu o seu desexo. Jana repite unha parte da historia, non narrada esta vez, que ela lle escoitara: “Cuando subí el camión y deje atrás mi casa me sentí libre como un pajarito…” Esa liberdade estaba fóra do seu marido, nun lugar que xa non era familiar e quizais non sería acolledor.

2.- Lingua e cidade (a volta de Mary a Los Ángeles)

Mary (South Pasadena, California – Badajoz, España), profesora de inglés en España, profesora substituta en Los Ángeles. Mary chegou a España a principios da década dos 70 e quedou aló durante case trinta anos. Fai catro anos voltou a Los Ángeles para coidar ao seu pai.

– ¿Siempre habéis vivido en esta área?

– No, de pequeña mis padres se separaron. Mi padre compró estos apartamentos, yo sólo venía los fines de semana y no me gustaba nada la zona. Yo era de South Pasadena (risas). En la época vivían sobre todo gente blanca de clase media-baja. Los latinos empezaron a llegar más tarde.

– Ha cambiado mucho la composición de la población de la ciudad desde que tú eras joven ¿no? También la ciudad…

– La población sí. Ahora hay muchos más latinos, inmigrantes, sobre todo en esta zona. La clase media-baja blanca y los chicanos y latinos asentados desde hace más tiempo se han ido fuera de Los Ángeles. La ciudad no ha cambiado tanto, cierto que antes había mucho menos tráfico, incluso teniendo en cuenta que en L.A. primero construyeron las autopistas y después las casas, y algún edificio alto menos; pero con los edificios históricos, en cuestiones de urbanismo, esta ciudad ha sido mucho más respetuosa que NY, por ejemplo.

A Mary chámanlle María no seu vecindario e refírense a ela como “una señora española”, sorprendidos, polo seguro, co seu aspecto anglo-saxón e co seu falar. De feito, Mary é tamén española. Chegou a España en 1972 e marchou fai apenas uns anos de volta á que fora a súa cidade. Mary estaba estudando en Berkeley cando marcha a Madrid cunha bolsa de intercambio.

– ¿Cómo fue para tí llegar a Madrid en ese momento, a principios de los 70, viniendo de Berkeley?

– Al principio todo era un poco raro, pero divertido. Era difícil conocer a gente española, los americanos hacíamos grupo y la relación con los otros estudiantes era difícil de establecer. En la universidad teníamos clases diferentes al resto de los estudiantes. He tenido a Claudio Guillén, Bousoño, como profesores. Berkeley pagaba. Sentía que en cierto modo los otros estudiantes nos miraban mal, y además estaba el contexto político. Había días que no se podía ir a clase, los grises montados en sus caballos impedían el acceso a la universidad. Se notaba el miedo, no podías hablar con cualquiera, si preguntabas abiertamente la gente medía sus palabras. Supongo que también tenían miedo de que fuésemos de la CIA.

A súa filla, Jana, está na outra habitación. Dende alí berra para lembrarlle á súa nai que me conte o que lle sucedeu o primeiro día que baixou soa á rúa dende o colexio maior, anécdota que Jana xa me relatara.

– Sí…Llevaba ya un par de días en Madrid y decidí bajar a darme una vuelta. ¡Sola por ese país desconocido! Estaba emocionada por la novedad. Bajé del colegio mayor que estaba en una colina hasta Moncloa, a medio camino un hombre me pregunto qué hora era. Yo miré el reloj, pensando en cómo decir la hora en español, cuando el tipo me agarró del coño.

– ¿Cómo te sentiste? Supongo que nunca te habría pasado nada así en los Estados Unidos.

– Me sentí fatal, agredida, asustada por volver a salir sola. Nunca me había pasado nada parecido, claro. Fue un caso exagerado, pero en la época era muy normal que siendo extranjera te sometiesen a un acoso permanente. Las españolas de la época, salvo alguna progre, no follaban y la idea era que con una extranjera el sexo iba a ser más fácil… salir a dar un paseo, sentarse en un parque era casi imposible.

O acento camiña cunha irredutíbel fronteira. Dende que alguén que caia baixo a categoría muller sae da súa casa, a posibilidade das agresións multiplícanse, agresións en canto estranxeira. Hai unha mesma estrutura que se desprega dende os acosos na rúa até as mortes impunes?

– Pero volviendo al otro miedo. Cierto que se respiraba el miedo, era algo a lo que yo de ese modo no estaba acostumbrada. Una vez hasta me detuvieron, fue una cosa muy tonta pero pasé dos días en el calabozo hasta que me soltaron. Empezó en la celebración de las fiestas del 1 de Mayo. La gente llevaba dos días en la calle celebrándolo y la policía no había intervenido, hasta el tercer día, donde llegaron para dispersar a la gente y cargaron sin previo aviso. Nos dispersamos y perdí a la gente con la que estaba, entre ellos mi futuro marido. Sin saber muy bien qué hacer, vi una cafetería con el cristal roto y decidí esconderme hasta que pasara todo. Dentro había más gente, tratando de ocultarse de la policía. A la mañana siguiente oímos al dueño quejarse de que le habían roto el cristal, hablaba con los policías, que precisamente iban a desayunar al bar. Nos descubrieron y nos encerraron a todos. Nada más llegar a la comisaría lo primero que hicieron fue pegarnos, golpeaban a la gente sistemáticamente a medida que entraba. Al día siguiente me visitó una mujer del consulado, el policía que vino a buscarme estuvo dándome golpecitos con la porra todo el camino hasta llegar allí. La mujer me dijo que intentase no meterme en esos líos y que la llamase, que podía conseguirme un trabajo. Insistió tanto en ese punto que me resultó sospechosa, debía de querer que trabajase para la CIA o algo así. No la llamé nunca.

Fai catro anos Mary volta aos Estados Unidos para coidar ao seu pai e instálase nunha área non moi lonxe de Mc Arthur Park. Remata os seus estudos. Aínda que a aceptan en Berkeley non pode desprazarse até alí a diario, e acada traballo como profesora facendo substitucións en colexios de Los Ángeles dende a escola materna até a High School. Aínda que debe dar cursos de todo a súa especialidade é o español. Falamos da lingua.

– Cuando Antonia nos contó cómo había entrado en contacto contigo usó las palabras “señora española”, así fue como le fuiste presentada. ¿De qué modo te perciben los vecinos y los hispano-parlantes de Los Ángeles?

– Al principio se sorprenden de que hable su misma lengua, pero el acento español les gusta. ¿No lo has notado? De todos modos es un poco difícil que la gente empiece a hablarte en español si no te conoce. Por mi aspecto y por mi nombre se dan cuenta de que no soy española, luego les explico que he vivido mucho tiempo en España, que el español es prácticamente mi idioma.

– Ahora estás esperando un trabajo para dar clases de inglés a adultos en Adult´s community schools. Se trata de un plan que el distrito de Los Ángeles está poniendo en marcha, enseñar inglés a los inmigrantes adultos. Por lo que yo he estado viendo en esta ciudad el español es un idioma muy presente pero se está muy lejos de una situación real de bilingüismo. Para mí eso es un problema, que los organismos educativos no gestionan bien…

– Durante diez años, de 1965 a 1975, hubo un programa educativo bilingüe pero el resultado fue un fracaso. Se creyó que si los niños aprendían, sobre todo en la primaria, en su lengua materna, podrían sin más trasladarlo al inglés. Muchos de esos niños tuvieron problemas cuando llegaron a la High School. De hecho no sirvió para mejorar los resultados de los estudiantes de origen latino, que siguen siendo malos. Aunque también hay que decir que en el estado de California se gasta mucho menos dinero por niño que en otros estados, por ejemplo si en NY invierten 10.000 dolares anuales por niño, en California sólo 5.000.

– ¿Y no piensas que tal vez el programa estuviese mal planteado y no fomentase realmente el aprendizaje en las dos lenguas? No hay situaciones de bilingüismo ideal, pero aquí la situación es especialmente grave. No sólo que el español no pase de lengua doméstica sino que el resto de la población la rechaza. En el segundo día en mi actual casa fui con mis compañeros de piso a una especie de fiesta en casa de una amiga, en un área mayoritariamente latina de clase media-baja. Estaba hablando con un amigo de ellos, salvadoreño, en español, cuando la anfitriona, madre de su amiga, le dijo, en broma: “Why are you speaking mexican? Speak english, we are in America…”

– Para gran parte de la población anglosajona el español se percibe como una amenaza. Y a la vez la población latina o chicana convierte al idioma en su espacio privado, en el suyo propio. A veces cuando hablo español tengo la sensación de que la gente siente que estoy entrando en un terreno que no es mío. Recuerdo una vez que estábamos con un grupo de gente haciendo una traducción, una mujer latina dijo que mi traducción no era correcta (cuando de hecho lo era) y después señaló que era normal, que el español era un idioma difícil de aprender como extranjero. En la suya abundaban numerosos errores, sobre todo de vocabulario, debidos a la traducción directa del inglés. Pero quería marcar que aquel era su terreno y que en él yo era una intrusa.

– Visto desde nuestra perspectiva cualquier chicano o latino destroza el idioma, y casi más si tiene estudios superiores. Suelen ser incapaces de manejarse en un registro alto de la lengua, cometen numerosos errores no sólo de vocabulario sino sintácticos y de conjugación verbal. De todos modos, nunca me atrevería a corregirlos. Ésa es su lengua materna pero yo no puedo evitar pensar que la lengua se está depauperando…

Lingua materna ou privación da lingua materna, síntoma da imposibilidade de sacala dun espazo doméstico ou costumista, de usar as palabras como adornos e declaracións de orixe? Pero hai algunha lingua materna que non sexa iso, contaminación, empobrecemento, falta na orixe?

3.- A permeabilidade da fronteira (unha conversa azarosa con Juan)

Juan (american citizen, criado en Mexicali, fronteira entre México e os USA) é story boarder pero traballa como monitor de tempo libre nunha escola de Venice beach. Cada mañá tarda case dúas horas en chegar ao traballo dende Burbank, a autopista é intransitábel a esas horas. De todos xeitos prefire non vivir en Venice, odia a praia.

Esa mesma noite quedo con Jana para ir ver a construción dun mural por un street artist coñecido seu. Ela está traballando. Chego antes de que terminen de traballar, discuten sobre unha película (un chicano independent film) co story boarder. Falan en inglés, eu tento non molestar moito. Ao rematar falamos un pouco con el, que resulta chamarse Juan. Cando non falo con eles sigo falando con Jana en español. Ao rato Juan dinos:

No sé por qué no hablamos en español. Perdóname. Yo soy mexicano, bueno, nací en los Estados Unidos, pero mis padres son mexicanos y me críe en Mexicali, en la frontera.

Fronteira” outra vez… Eu non saco o tema, apenas insisto. O cuarto do grupo é Alberto, o director, un chicano de Los Ángeles, tamén fala español pero cústalle.

– La verdad es que no hay tanta diferencia de un lado a otro de la valla. Mi abuelo, que venía de Sonora, solía decir: aquí no son mexicanos, son fronterizos. Yo me críe en Mexicali, al otro lado está Calexico, apenas cruzas la valla y ahí empieza… La historia de las dos ciudades también es muy semejante. Mexicali nace con la Sociedad de irrigación y terrenos de Baja California, Calexico empezó con la Imperial Land Company y ha crecido, convirtiéndose en una ciudad incorporada sobre la frontera Estados Unidos-México, donde era primordialmente un pueblo de entretenimiento de fin de semana para los trabajadores del Condado Imperial.

De todos modos eso no sucede en toda la frontera. No es el caso de Tijuana, de San Diego a Tijuana te encuentras con una autopista y las diferencias entre esas dos ciudades son brutales. Pero Mexicali y Calexico son dos ciudades hermanas, no da la sensación de que uno haya atravesado una frontera.

– Salvo por la valla, ¿no?

– Sí, y por las filas, sobre todo a la hora de ir al trabajo. Mucha gente vive en un lado de la frontera y trabaja en el otro, o vive a un lado de la frontera y va a la escuela en el otro. Cuando yo era pequeño tenía muchos compañeros en la escuela que vivían en Calexico. Me acuerdo una vez que un niño me dijo que fuese a jugar a su casa después de la escuela, le dije que sí y que dónde vivía. 1st Street -me respondió…

Solíamos cruzar bastante la frontera, para comprar, ir al cine. Yo, como ciudadano americano, ni siquiera tenía que llevar el pasaporte. Cuando me preguntaban, les decía “american citizen” y no te pedían nada. Eso cambió tras el 11 de septiembre. Mis amigos mexicanos sí tenían que llevar sus pasaportes, si no yo también podría tener problemas. Pero era algo que hacíamos con mucha frecuencia…

– ¿Y cómo eran los policías de frontera?

– De eso tengo miles de anécdotas…

Alguén máis chega, os saúdos obrigados cortan a conversación, que queda pendente. Non é fácil aparcar no Downtown, a hora empeza a cumprirse. Marchamos en coches distintos cara a un polígono industrial dúas rúas máis aló do suposto “centro” de Los Ángeles. Perdémonos no camiño, esa frase non chegará nunca a rematarse.